Acaba de terminar el juicio sobre la catástrofe del Prestige y ha dejado tanta desolación entre la comunidad científica como daño ecológico causó en su momento. No hay culpables, bueno un poquito el capitán por no dejarse remolcar. Y se han quedado tan panchos.
El 13 de noviembre de 2002 el buque sufre una vía de agua y tras ser arrastrado se parte en dos. El vertido llegó a Galicia, Asturias, Cantabria y el País Vasco afectando a 745 playas y recogiéndose 90.566 toneladas de arena y fuel. El desastre ecológico fue de dimensiones épicas.
Nadie ha resultado condenado por delitos contra el medio ambiente, daños en espacios naturales protegidos o daños provocados por el hundimiento. Sólo se considera probado que hubo desobediencia del capitán al negarse a ser remolcado cuando el barco sufre la avería. Nada más. Y no se pueden pedir indemnizaciones porque, aunque se considera que hubo delito no se puede asociar a un daño, por lo que las indemnizaciones que pedía el fiscal, de 4328 millones de euros, no deben ser asumidas por nadie.
Eso sí, el tribunal considera probado que hubo un fallo estructural que, según sus palabras, "nadie puede negarlo".
Es decir, para que nos aclaremos los ciudadanos de a pie, a pesar de que el barco fue reparado, supervisado y disponía de todos los documentos y certificados que daban fe de que era apto para navegar, era menos seguro que apuntarse en la sien con una pistola sin seguro y amartillada.
Y aquí, una vez más, nadie es responsable. Ni los que lo repararon, ni los que lo supervisaron, ni la entidad que emite los certificados de la habilidad del buque para navegar, ni la aseguradora por los daños y pérdidas causados por el vertido. Nadie.
Si no hay responsabilidades penales, ridículo es imaginar las políticas. Algunos lo verán fácil: "es la herencia recibida.... de Zapatero". ¡Anda, no!, si entonces era Aznarín quien dirigía el cotarro. Pero ahora que me acuerdo..... ¡si estaba con Bush preparando la guerra de Irak!. ¿Entonces quién estaba al mando?: eureka, "el barbas de Marianin Rajoy". En este brete empezó a dejar patente su empuje. Con su natural dejar las cosas pasar, a pesar de que ejercía como vicepresidente, fue Álvarez Cascos quien se ocupó del asunto, y una vez más se pasaron por el forro de los cojones las opiniones e informes de los técnicos, que aconsejaban acercar el buque a la ría de Corcubion o la de Ares. Un ejemplo más, y son plétora.
Pues sepan sus señorías (jueces, presidente, ministros de aquél entonces y del ahora negro y cruel), que esto ejercerá un efecto llamada. Vengan por aquestas costas todos los barcos viejos y apolillados, rotos y descascarados, que aquí en este país se les acoge de buen grado. ¿Y si se rompen en nuestras costas?, pues nada, iremos a recoger chapapote, fuel a lo que sea menester y a soportar sus consecuencias medioambientales, sociales, sanitarias y económicas. ¡Faltaría más!, aquí estamos para lo que nos echen, crisis, políticos corruptos e incompetentes o lo que sea.
Más no osen pedir responsabilidad a los que mandan, no vayamos a perder para el cargo a tan excelsos dirigentes.
España tuvo, casi siempre, de máximos dirigentes a ineptos y tarados. Hagan memoria.