Ya está hecho. Se consumó la ignominia y el atraco. Ayer día 27 de diciembre, quedó aprobada la ley de acompañamiento donde se da vía libre a la privatización de seis hospitales y veintisiete centros de salud en la Comunidad de Madrid.
El gobierno de Nachete Gonzalez y sus secuaces dice que pretende conseguir un ahorro de 200 millones de euros con ello. La comunidad médica le propuso medidas para ahorrar 533 millones de euros, pero según su Consejero de Sanidad eran "poco consistentes". Dichas medidas fueron ignoradas, como también lo han sido las cinco semanas de huelgas, manifestaciones y concentraciones. Se las han pasado por el forro de los cojones.
Nachete y Javito aseguran que con ello se consigue la "sostenibilidad" del sistema sanitario público madrileño, y para ello aportan datos sólidos, contrastados y obtenidos en otros países donde se ha hecho lo mismo... ja,ja, ja, ja. Esto ya era mucho pedir. No han aportado ni un solo dato.
Si lo hubieran hecho, los madrileños habrían podido saber:
- Que en el Reino Unido uno de los hospitales privados ha tenido en los últimos tres años alrededor de 1000 defunciones (un 50% más de mortalidad que los públicos), debido a que se dan altas prematuras y existía una muy deficiente limpieza y desinfección en habitaciones, servicios higiénicos y quirófanos, lo que ocasionaba gran cantidad de infecciones nosocomiales (las que se dan debido microorganismos hospitalarios), bajo número de enfermeras por planta, reducción de material utlizado para curas, etc.
- Que uno de los centros de salud privatizado en el Reino Unido ha pasado por tres empresas sanitarias privadas, y la última quiere cerrarlo porque "no le resulta rentable". Este mismo centro funcionó durante décadas sin ningún problema. Ahora, cuando la mayoría de la población es anciana, se ha observado que el número de ancianos con patologías crónicas no controladas se ha disparado (pues las empresas no invierten en promoción de la salud y prevención de la enfermedad). O que se ha elevado el número de ancianas con cáncer de mama no remitidas al hospital para su intervenión.
El otro modelo a seguir es EE.UU. que gasta gran cantidad de recursos y sin embargo no es ni por asomo de los que tiene mejores indicadores sanitarios del mundo. Antes bien, en la última clasificación que hizo la OMS quedaba bastante por detrás de España.
Los modelos sanitarios son el resultado de la cultura y la historia de un país, de su riqueza , su geografía y de sus más profundas raíces. Examinar aquellos es como hacer la disección de su sociedad. Por ello, el modelo de EE.UU. es profundamente insolidario, pese a su riqueza. Es el único de los países desarrollados que no cubre al 100% de la población. Los intentos de los demócratas por ampliar la cobertura han triunfado por escaso margen y siempre los revierten los republicanos. Es lógico en un país donde los transportes públicos de denominan transporte de masas. Allí la palabra público tiene descrédito social. Este sesgo explica la cultura de fomento del individualismo, donde cualquiera puede ser presidente aunque en la práctica se deba ser multimillonario para llegar a serlo. A modo de ilustración valga la reacción que se produjo en todas las salas de cine en las que se proyectó la película "John Q": todo el mundo se levantaba y aplaudía al final de la película, pues se sienten profundamente maltratados por su sistema sanitario.
La comunidad médica madrileña está dando un ejemplo que espero sea seguido por todo el país y que los tribunales les presten oídos y sentencien en contra de lo perpetrado por Nachete y sus secuaces.
La sanidad no se vende, se defiende.