
Al igual que el dibujo arriba presente tendremos que ir alegres silbando y disfrutando de nuestra pobreza.
Según escucho a mucho,s no nos queda otra. Es lo que hay.
A mí me parece una actitud y razonamiento conformista, que una vez más nos lleva a la estrategia del avestruz: escondo la cabeza para no ver la realidad. Pero es que la realidad existe, con forma de león, y más temprano o más tarde nos devorará.
El gobierno ha aprobado hoy los Presupuestos Generales del Estado (PGE) y la Reforma de las pensiones.
Los PGE una vez más vuelven a ser austeros: recortes y más recortes. Y eso que, según Mariano "manos tijeras", España está saliendo de la crisis. Pues si estamos saliendo deje usted de exprimirnos y permítanos vivir un poco, exija a los bancos que devuelvan lo que se les ha dado, prestado o avalado y trabaje por el interés general: el de todos los españoles, no sólo el de 160.000 españoles ricos que dirigen sus pensamientos y acciones.
En lo que respecta a las pensiones, se ha perpetrado la reforma del gobierno, pese al dictamen del Consejo Económico y Social, que le ha aconsejado que se siente a estudiarlo con el resto de los grupos y se reforme por consenso. Pero Marianin se lo ha pasado por el forro de los cojones, con perdón. A él le van a decir cómo tiene que hacer las cosas, posee mayoría absoluta y como todos sabemos esto indica que "se posee la verdad absoluta". Aunque quizá, lo que ocurre es que el que la posee se vuelve absolutamente idiota, por creer que la verdad y sólo la verdad sale de sus palabras y acciones. Dios o el diablo nos libren de salvapatrias como estos.
La reforma de las pensiones va a suponer un pérdida sistemática de poder adquisitivo para los pensionistas. El que no quiera verlo es que es ciego a hace lo del avestruz. ¿En qué grupo estáis vosotros?
A mí más que la acitud coformista, me gusta el comportamiento que cuenta Salvador de Madariaga sobre un jornalero que tiró al suelo los dos duros que le daba el capataz de un cacique, el cual intentaba comprar los votos de la gente de un pueblo. El jornalero le miró a los ojos y le dijo: "en mi hambre mando yo".
Pues eso, un poquito de dignidad.
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