Recientemente he visto en el escaparate de una librería el libro "Niños: instrucciones de uso". Lo primero que se me ocurrió es: vaya tocho de libro. La historia se extiende por 984 páginas. Con esta extensión, digo yo que abarcará desde que uno piensa en tener un hijo hasta que el retoño ya se ha jubilado, de otro modo no tiene sentido tantas páginas.
A mi mente vienen inmediatamente una serie de preguntas que más de un padre o madre se habrá hecho seguramente: ¿son los niños electrodomésticos que necesitan instrucciones de uso? ¿cómo habrán podido nuestros antepasados sobrevivir sin estas instrucciones? ¿es necesario hablar durante casi mil páginas para dar orientaciones a los padres o es que la autora no tenía otra cosa que hacer y nos cuenta su vida y milagros? ¿tiene la autora algún vínculo con la industria del papel para que se fabrique éste en cantidades industriales y se generen pingües beneficios?. No he encontrado respuesta a dichas preguntas y esto me angustia y apena, mi intelecto no da para más.
Ante un libro con tantas páginas lo primero que debe hacer un lector medio sensato es dar un paso atrás y dirigir su mirada a otro lado de la estantería. Sólo "El Quijote" merece tal extensión.
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